Se me fue un trocito de mi infancia.

Hace ya tiempo que escribí en este blog sobre la final del año 1989, la primera final de la que tengo recuerdo, un recuerdo bello y hermoso. En dicha entrada contaba como con tan solo cinco años de edad mi padre una tarde de invierno me ponía una cinta de VHS con dicha final grabada, de repente todo un mundo de pasodobles, cuplés y tanguillos volaban con mi cabeza, convirtiéndola por siempre en una de las finales más especiales de mi vida.

Entre tanta buena agrupación que había aquel año en aquella final hubo una que llamó estrepitosamente mi atención, “Tras la máscara”, yo solo tenía cinco años y quizás aquella puesta en escena llena de colorido fue lo que despertó mi  interés, pero una vez que su repertorio comenzase a fluir había una pareja de voces que me trasportaba hacía algo maravilloso y provocaba en mi una sensación jamás antes experimentada, se trataba de “Caracol” y “ Mcgregor”, aquello era como ver a Xavi y a Iniesta jugar juntos al futbol, son cosas que pocas veces pasan y hay que saber disfrutarlas. Ambos me maravillaron desde el primer momento que los escuché pero “Caracol” era otra cosa, no se podía explicar con palabras.

Desde muy pequeño me fui aficionando a las comparsas de Antonio Martín e independientemente de la calidad de las letras y las músicas que el maestro ponía en cada una de sus comparsas, “Caracol” era muy culpable de que cada año esperase a la comparsa del “Niño de San Vicente” como agua de mayo, para mi padre también era el que mejor cantaba.

Su voz me traspasaba, esa forma tan particular y única de hacer el contralto, en cada comparsa, ese “Me embolilla el corazón” de “Encajebolillos”, ese “Me volviste medio loco” de “Los buscavidas”, etc. , esa voz que se escucha en gran parte del pasodoble de “Soplos de vida” o aquella comparsa donde nos demostró que como el nadie cantaría jamás, aquella comparsa con la que consiguió que los cimientos del teatro temblasen, “Entre rejas”, jamás escuche a un contralto exhibirse más que “Caracol” en “Entre rejas”, realmente de otro mundo.

Luego llegaría su etapa con Joaquín Quiñones y aquel tándem de voces con “Ramoni”, otras de las grandes delicias que nos ha dejado la modalidad en estos 60 años de historia. Una vez que “Ramoni” se marchase de la comparsa “Caracol” le ponía la guinda a las letras de Joaquín y a la exquisita música de “Noli”, aquel contralto de “La corona” de “Ay Cadi de mis amores” que derritió a todo un teatro y muchos otros más.

Y qué decir de su última etapa con Martín donde volvería a formar tándem con otras de las grandes voces de la historia de la modalidad, Carlos Brihuega “Carli”, aquello era como tener a Messi y a Maradona en una misma cancha, espectacular.

Son muchas voces las que han existido y siguen existiendo en el carnaval y nunca me ha gustado sentenciar a través de gustos personales, pero bajo mi punto de vista es el mejor contralto que yo al menos he escuchado, para mí no hay otro ni habrá otro igual. “Caracol” es la voz de toda una generación, particularmente es la voz de mi infancia, yo he crecido escuchándolo y admirándolo con cada comparsa y aquellos que me conocen saben que ningún contralto me ha gustado más que el.

Aquellos que lo conocían decían que era un tío humilde y que jamás alardeo de sus cualidades como comparsista, además se decía de él que llevaba una vida bastante sana y que se cuidaba bastante bien.

Recuerdo hace tres carnavales que apenas estaba a unos dos metros de mi en la calle “Londres”, en una las barras que se montan en La Plaza de Abastos de Cádiz en el mes de febrero , yo estaba con mi gente comiendo pescaito frito, el estaba con la suya, por un momento estuve a punto de pedirle una foto, pero siempre he sido muy respetuoso con la privacidad y con el respeto a no interrumpir encuentros de las personas, no lo vi oportuno, pero me quede con las ganas de tener una foto con el que siempre fue uno de mis ídolos carnavalescos.

Antonio Cantos Osorio “Caracol” nos deja a la edad de 61 años, muy pronto e inesperadamente, dándolo a al Carnaval de Cádiz un duro revés que aun cuesta asimilar. Deja un legado de 34 comparsas, 23 finalistas y 10 primeros premios, casi ná, y el recuerdo imborrable de su voz, aquella que todo chaval que quería ser comparsista a principios de los 90 tomaba como referencia intentando imitar.

Hasta siempre maestro, jamás olvidaremos tu forma de cantar.

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